J. Guayerbas / EC
La Catedral Primada goza de gran sensibilidad en cuanto a la conservación y restauración del patrimonio se refiere. Ya han visto la luz los trabajos realizados durante los últimos meses sobre varias piezas de la gran colección textil de la Seo Metropolitana.
La empresa Kronos Servicios de Restauración que dirige la especialista en restauración de textiles históricos Lidia Santalices ha realizado, una vez más, un trabajo encomiable y digno de elogio. La Catedral ha recuperado así las prendas litúrgicas que forman el conocido como ‘el terno del Cordero’, además de dos paños de hombros o humerales bordados en oro sobre diferentes tejidos de seda.
El terno del Cordero, una obra del siglo XVIII
El terno del Cordero es un conjunto de piezas del siglo XVIII formado por una capa pluvial con capillo, dos dalmáticas con collarinos, una casulla, estola y manípulo.
El tejido sobre el que han trabajado los especialistas de Kronos Servicios de Restauración presentaba una base de seda, con dos urdimbres, una de fondo y otra complementaria de decoración, y dos tramas principales, una blanca de seda y otra de lámina metálica.
El tejido de base de este conjunto, como explicaban desde la empresa responsable del proyecto, lleva aplicado una decoración polícroma vegetal e hilos metálicos, siendo lo más llamativo, indicaban, la aplicación de un bordado de realce con el relieve del Cordero que da nombre al terno.
Paños de hombros o humerales
De otro lado, Kronos Servicios de Restauración ha intervenido en dos paños de hombros del siglo XVII realizados sobre un fondo gros de tours en seda en un caso, y tafetán de seda en el otro, con delicados bordados en hilos metálicos dorados y aplicaciones formando una decoración floral de pájaros, insectos y frutas.
En el centro de ambos, tal y como apuntaban desde la dirección del proyecto, destaca un sol con el cristograma IHS. En las esquinas del primero, añadían, se repite la figura del pelícano que se abre el pecho a picotazos para que coman sus tres crías, símbolo de la Eucaristía.
Durante la intervención, a los deterioros habituales en las piezas de esta época, al desmotar el forro de uno de ellos de más de 3 metros de longitud, explican que se encontró una friselina o entretela fuertemente pegada por toda la superficie, que han tenido que retirar incluso a punta de bisturí.