JG-EC / Toledo
La corona de Sancho IV de Castilla será una de las 150 piezas seleccionadas por el Museo Arqueológico Nacional para la exposición conmemorativa de los 150 años de arqueología en España ‘El poder del pasado’. Cedida por el Cabildo de la Catedral Primada el próximo mes de octubre compartirá espacio con más de un centenar de objetos de otras colecciones para dar a conocer el proceso de construcción de la arqueología española a través de éstos iconos de la historia material del país.
La corona de Sancho IV es una pieza única, de las de mayor valor histórico y artístico que se custodian en la Seo Metropolitana. La presea tiene forma exagonal. Las ocho placas de latón dorado están unidas por pequeñas bisagras y en cada una de ellas hay engarzadas piedras preciosas: cuatro zafiros y cuatro camafeos con ágatas.
Esta pieza se encontró a mediados del siglo XX en unas excavaciones arqueológicas en el presbiterio de la Catedral que tenían como objetivo localizar los restos del rey Sancho II de Portugal para su repatriación, encontrándose los restos de Sancho IV, momificados.
Como relata Juan Francisco Rivera Recio en su publicación ‘Los restos de Sancho IV en la Catedral de Toledo’, el soberano fue enterrado con el hábito franciscano y la corona de latón dorado sobre sus sienes sujeta mediante un cordón que pasaba bajo el mentón del monarca.
El cadáver, añadía Rivera Recio, empuñaba una espada de empuñadura sobredorada y en la hoja de la misma aparecía grabada una inscripción de la que sólo se conservaban algunos fragmentos, encontrándose oxidada la hoja en algunas partes.
Tras el examen de los restos, el cardenal Enrique Plá y Deniel, arzobispo de Toledo, ordenó que el cadáver de Sancho IV fuera vestido con un hábito franciscano, y depositado de nuevo en su mausoleo del presbiterio de la Catedral toledana.
Una pieza del siglo XIII
En 1295 el monarca castellano fue enterrado en la desaparecida capilla de la Santa Cruz que estuvo ubicada donde hoy se encuentra el altar de la Capilla Mayor catedralicia. Por orden del cardenal Cisneros, en 1498, los restos fueron trasladados a los dos mausoleos laterales que había permanecido intactos durante siglos.
No es la primera vez que la corona sale del Museo de Tapices, Textiles y Orfebrería de la Catedral, ya lo hizo en octubre de 2014 con motivo del octavo centenario de la muerte del rey Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, reyes de Castilla.
En aquella ocasión la corona formó parte de la exposición coordinada por Patrimonio Nacional en el Monasterio de las Huelgas de Burgos.