Una procesión que brilla y roza lo impecable al ritmo de los abanicos

Ha sido la procesión de los 40 grados a la sombra y del cardenal Cañizares

La Custodia procesional alcanzaba la plaza de Zocodover en torno a las 12,30 horas. / H. Fraile

J. Guayerbas / EC

A buen ritmo, el que marcaban los abanicos, avanzaba el cortejo procesional de gran protocolo por las calles y plazas de Toledo. La procesión de Jesús Eucaristía en la Custodia de Enrique de Arfe ha dejado momentos para el recuerdo como el paso por las emblemáticas calles Sillería y Alfileritos, y el regreso de esta obra cumbre de la orfebrería a la Catedral cuando es recibida por la trompetería de los órganos, como el del Emperador, el carrillón y las campanas.

Ha sido la procesión de los 40 grados a la sombra, pero esto no se ha notado en el número de toledanos que han vestido las túnicas y los hábitos de los ocho capítulos que preceden al Santísimo. Era el primer Corpus Christi del sacerdote e intelectual Juan Miguel Ferrer Grenesche como deán del Cabildo Primado, que ocupaba posición tras la Custodia junto al arzobispo, Braulio Rodríguez Plaza, y al cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, quien ha querido celebrar sus Bodas de Plata como prelado en Toledo, la sede en la que aún se le recuerda y se le estima.

Las salvas de artillería anunciaban la salida de la Custodia procesional que volvió a brillar como el mismo sol que acariciaba la plata y el oro de esta joya que el platero alemán Enrique de Arfe labró durante ocho años, de 1515 a 1523 para albergar otra custodia, la ‘chica’ o de la reina Isabel la Católica que el Cabildo adquirió en 1505 de la almoneda de bienes de la reina, aconsejados por el cardenal Cisneros, presente en este año en el que se conmemora el V Centenario de su muerte.

Un Corpus sin ‘peros’, ¿o no?

No hay ‘peros’ en este Corpus 2017 más allá de la retirada de varias sillas en la calle Alfonso X El Sabio por agentes de la Policía Local con el consiguiente enfado de los vecinos y propietarios de estos taburetes y sillas que son una de las tradiciones de la Semana Grande de la ciudad.

Este gesto no ha gustado, pues ha sido a favor de la empresa adjudicataria de la instalación y venta de sillas en diferentes puntos de la carrera procesional como la plaza de Zocodover o Arco de Palacio. Hacer negocio del Corpus, convertirlo en espectáculo, como indicaba monseñor Rodríguez Plaza en su homilía, no es el camino ni la dirección correcta.