Jesús Fuentes Lázaro, presidente de la Asociación de Amigos de la Biblioteca
Juan Sánchez Sánchez, director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha
Celebramos en este año 2017 el XXX Aniversario de la declaración de Toledo por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Un acontecimiento trascendental del pasado y un reto complicado para el futuro. Con motivo de este acontecimiento, la Biblioteca de Castilla-La Mancha y la Asociación de Amigos de la Biblioteca convocamos a un grupo de toledanos para reflexionar sobre cómo debería ser Toledo dentro de cien años: Luis Alvarez Ocampo, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos “El ciudadano”; José Ramón de la Cal, arquitecto; Fernando Martínez Gil, historiador y escritor; Juan Ignacio de Mesa, ex alcalde de Toledo; Adolfo de Mingo, periodista y académico; Maria José Muñoz, periodista; Joaquín Sánchez Garrido, ex alcalde de Toledo y Antonio Zárate, geógrafo.
Se trataba de realizar un ejercicio de distopía y ensueños que posibilitará, al tratar de adivinar el futuro, ir construyendo el presente. Reflexionamos sobre el proceso que había seguido Toledo hasta el momento y las medidas y decisiones que debieran ir tomándose para conseguir, por fin, que Toledo diseñe un modelo ideal de ciudad en la que, en el casco histórico, pueda vivir la gente en un entramado urbano mágico y de calidad.
Pensamos que sería útil organizar un ciclo de conferencias y debate en el que los participantes manifestaran sus propuestas. Aspiramos a que sea un ciclo de referencia, que aporte ideas innovadoras y que abra un debate ciudadano, sin apasionamientos y sin partidismos, sobre el futuro y el presente de la ciudad.
Si la Biblioteca de Castilla-La Mancha es un centro de iniciativas colectivas y de propuestas, se ha creído necesario propiciar estas intervenciones que impliquen una colaboración ciudadana con las Administraciones Públicas y aporten, desde un planteamiento de colaboración y sinergias, ideas que ayuden a mejorar la vida de la ciudad y a resolver varios de sus problemas.
¿Es posible imaginar cómo debiera ser Toledo dentro de 100 años? ¿Cómo llegar al referencial de 2117 con un centro histórico ocupado por una población entre veinte y veinticinco mil habitantes, con un patrimonio histórico-artístico que forme parte indiscutible de la calidad de vida y de creación de un universo sensible y sensitivo de sus moradores? ¿Cómo llegar a ese año con un centro histórico gestionado con nuevas tecnologías, mejorado todo su recinto y dotado de servicios que atienda a esa población?
Para conseguirlo se precisará un entramado de medidas urbanísticas, arquitectónicas, económicas, financieras, legales, de gestión y culturales a desarrollar en los siguientes años. Es indudable que en los últimos años se ha conseguido dar nuevos usos a muchos edificios patrimoniales, se ha incrementado el interés turístico por nuestra ciudad y se han acometido algunos proyectos que han mejorado las condiciones de habitabilidad del centro histórico. Pero queda todo por hacer. El silencioso abandono está influyendo en la pérdida de servicios y está incrementado el riesgo de que el casco histórico carezca de una población que garantice la vida cotidiana.
Estas son algunas preguntas que nos hicimos: ¿qué uso dar a los inmuebles ya vacíos o que perderán en los próximos años su uso original? ¿Cómo conseguir una población (número y condiciones de habitabilidad) compatible con el Patrimonio? ¿Cómo conectar el centro histórico con los barrios periféricos? ¿Qué papel debe tener el río Tajo y el paisaje que le acompaña como elemento de calidad en la vida de la ciudad y en su urbanismo? ¿Cómo disponer de las nuevas tecnologías y de las técnicas constructivas y de planeamiento para conseguir esa ciudad ideal en la que apetezca vivir? ¿Cómo introducir en sus barrios elementos de calidad y de habitabilidad que haga apetecible poblar sus barrios?
Son muchos los aspectos a analizar y sobre los que expertos, colectivos socioculturales y los propios ciudadanos deberían pronunciarse. Entendemos que conservar Toledo y reflexionar sobre Toledo no es tarea solo de las Administraciones Públicas y de los partidos políticos; ni siquiera es patrimonio de las entidades especializadas en el estudio, la conservación y la difusión del patrimonio.
Los toledanos deben estar implicados. Y, yendo más allá, Toledo, por sus características urbanísticas debería formar parte de un proyecto innovador del Estado y de la Unión Europea. En ese proyecto se incluirían el tratamiento, adaptación y mejora de la trama urbana; la creación o adaptación de una legislación especial orientada a facilitar la consecución de estos fines; las actuaciones sobre el parque de viviendas para convertirlas en espacios de calidad; la intervención sobre grandes inmuebles y edificios vacíos, casi todos de carácter religioso; la defensa y protección del medioambiente (evitar contaminaciones varias) y el mantenimiento, mejora y potenciación del paisaje y del entorno visual del Centro Histórico.
Toledo dispone de un casco histórico singular que contiene una parte fundamental de la Historia de España y de Europa. La complejidad de su entramado urbano y su gran extensión, unida a la dispersión del conjunto de la ciudad, han dificultado la búsqueda de soluciones. No se puede diseñar una ciudad ideal sobre la base de unas actitudes y comportamientos antiguos. La inercia y la ausencia de compromisos ciudadanos han originado la ausencia de convicción política para afrontar los problemas estructurales del casco, que en la mayoría de los casos vienen arrastrándose desde hace décadas.
No nos podemos conformar con que el proceso de despoblación se detenga. A lo que aspiramos, es a fijar una población suficiente para garantizar la vida en el casco en condiciones de dignidad y, por qué no, de excelencia de servicios. El objetivo se concretaría en que vivir en el centro histórico de Toledo sea un privilegio. Algunos de nosotros venimos insistiendo en la necesidad de que se inicie una verdadera campaña de comunicación animando a los toledanos (y también de ciudades próximas, aprovechando la inmejorable comunicación que permite el AVE) a vivir en el casco histórico de Toledo. Indudablemente no sólo se precisa realizar con firmeza ese llamamiento: hacen falta medidas de toda clase que hagan atractiva la ocupación del casco histórico.
Por otro lado, se hace urgente proyectar la imagen de Toledo como ciudad cultural y turística; como una ciudad que hay que visitar periódicamente. Ambos proyectos no deben estar reñidos con el hecho de que los propios toledanos, los de todos los barrios, puedan disfrutar de unos centros culturales y de una programación que permita creación y ocio en condiciones que hoy no son posibles.
Las bibliotecas municipales están en una situación de letargo desde hace décadas. A pesar de los esfuerzos, no existe un modelo museístico en la ciudad. Las tecnologías de la información no están suficientemente desarrolladas en los centros y servicios culturales; los jóvenes no se incorporan al proceso de vivenciar el patrimonio y la cultura… Son algunas de las claves a tener en cuenta para que, cuando se programen iniciativas culturales, no sólo se atienda de forma compulsiva al turismo.
Somos conscientes del gran reto que esto supone. No importa. Soñar con un Toledo lleno de habitantes es una obligación, no un derecho. Hay que continuar poniendo los cimientos para que nuestra ciudad no sólo siga siendo maravillosa, como lo es, sino para que los toledanos nos sintamos verdaderamente apasionados por ella y deseemos residir en su corazón.
Toledo es una ciudad formada por un mosaico de barrios, cada uno con sus características. Pero el casco histórico necesita de gentes enamoradas de la ciudad que encuentre los suficientes atractivos como para minimizar algunos de los inconvenientes de las estructuras de otras épocas. Como toledanos deseamos contribuir a la construcción de un Toledo verdaderamente insuperable. Crear en el casco histórico “un paraíso artificial, una utopía urbana”, afrontando los problemas del presente con la visión puesta en los siguientes cien años.
Confiamos que las jornadas, que celebraremos en la Biblioteca Regional, propicien un debate que perfile esos nuevos horizontes de calidad y bienestar para Toledo. Abrimos la caja de los sueños y las ideas para colaborar en la construcción de una ciudad pensando en hoy y mañana, en ese Toledo de 2117 que ahora nos parece tan lejano.