El Greco recibe como pieza invitada desde Bilbao un óleo de Pedro de Orrente

Pertenece a la colección del Bellas Artes de Bilbao, en Toledo hasta el 17 de octubre

Sobre estas líneas, 'El sacrificio de Isaac' de Pedro Orrente. / EC

EC / Toledo

Dentro del programa denominado ‘En la estela del Greco…’ este miércoles se presenta en el museo toledano la obra ‘El sacrificio de Isaac’ de Pedro de Orrente, pintor nacido en Murcia vinculado con la ciudad de Toledo y con la familia de El Greco.

El cuadro, que procede del Museo de Bellas Artes de Bilbao, es una cesión temporal hasta el próximo 17 de octubre como pieza invitada.

Pedro de Orrente (Murcia, 1580 – Valencia, 1645) a pesar de ser murciano de nacimiento y de haber mantenido una vinculación con su tierra a lo largo de toda su vida, debe ser considerado como toledano ya que será allí donde realice alguna de sus obras más significativas, además, su relación estilística con lo toledano es evidente.

Nació en torno a 1580 y debió de iniciarse en el medio local, pero en 1600 ya se encuentra en Toledo. Realizó por esas fechas un viaje a Italia que será decisivo para su formación frecuentando en Venecia, tal y como relata Jusepe Martínez el taller de Leandro Bassano.

La pintura de Pedro de Orrente florece en una Toledo que fue receptiva a su pintura, sobre todo por la gran estimación que gozaba en la ciudad castellana las obras de los Bassano. Pintores como Juan Sánchez Cotán copiaban obras suyas o el Greco en sus anotaciones dejaba constancia de su admiración por Jacopo Bassano.

Aquí entabló una estrecha amistad con Jorge Manuel Theotocopuli, siendo padrino de sus dos hijos como recoge la documentación de los libros de Bautismos de Santo Tomé de los años 1627 y 1629. En la iglesia de los Carmelitas Descalzos de Toledo se conserva de su mano cuatro pinturas del Retablo de los Santos Juanes, San Pedro y San Pablo, procedente de la Parroquia de San Bartolomé que se relacionan con los modelos del Greco y Tristán.

Las últimas noticias de su estancia en Toledo son de 1632, cuando contrata un retablo para el convento de San Antonio de Padua del que nada se conserva. Antes había pintado para la Capilla de los Reyes Nuevos un Nacimiento de Cristo y un San Juan Bautista.

En opinión de Ceán Bermúdez: «…sus tintas y gusto de pintar nos hacen creer que haya estudiado con el Greco en Toledo, donde pasó algunos años de su mocedad».