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J. Guayerbas / Toledo
Lo más granado de la sociedad intelectual toledana se daba cita anoche en la iglesia de Las Jerónimas de San Pablo para asistir a un momento histórico: la entrega de una réplica de la espada de San Pablo a las religiosas que tras la reja del coro no se perdieron ni un detalle de todo lo que acontecía en el templo.
El periodista Francisco J. Rodríguez, y los maestros espaderos Antonio Arellano, padre e hijo, junto a la fotógrafa Yolanda Lancha, y al también periodista e investigador Enrique Sánchez Lubián, lograron un acto redondo cargado de anécdotas históricas toledanas al que no quiso faltar ni la alcaldesa, Milagros Tolón, ni el obispo auxiliar, Ángel Fernández Collado.
También, el portavoz del PP en el Ayuntamiento, Jesús Labrador, con algunos de sus concejales; y el portavoz de Ciudadanos, Esteban Paños, se encontraban entre el público, al igual que el subdelegado del Gobierno en la provincia de Toledo, Fernando Sanz.
Francisco J. Rodríguez comentaba a ElCulturalCLM momentos previos a la presentación cómo empezó esta labor de investigación periodística. Hemerotecas, archivos, llamadas telefónicas y la relectura de la Historia de Toledo de autores de siglos pasados le han llevado a reconstruir un relato documentado sobre el que Antonio Arellano ha trabajado para realizar la réplica que ya descansa en el presbiterio del templo.
La historia de la espada de San Pablo
La tradición atribuye a la Espada de San Pablo –también llamada Cuchillo de Nerón- la decapitación del apóstol San Pablo, llegando a Toledo en el siglo XIV como un regalo del Papa Urbano V al cardenal Gil de Albornoz. Fue venerada en el convento de La Sisla y, tras los periodos de desamortización, pasó a ser custodiada por las Jerónimas de San Pablo, ya en el Casco Histórico.
La pista del sable se pierde en 1936, dándose por desaparecida en los primeros compases de la Guerra Civil. Durante la dictadura de Franco se procedió a su búsqueda en los pozos del convento, siendo la misma infructuosa. Con el acto de anoche, los promotores de la iniciativa quieren restituir la espada de San Pablo a la orden que la custodió y al lugar donde se guardó durante muchos años, recuperando con ello un singular y todavía abierto capítulo de la historia de la ciudad.