La Archidiócesis celebra la fiesta de San Juan de Ávila

El arzobispo alerta a los sacerdotes sobre el riesgo de perder la alegría de la evangelización 

La celebración ha tenido lugar en el Seminario Mayor de Toledo. / EC

EC/ Toledo

Los sacerdotes de la archidiócesis de Toledo celebraron, en el seminario mayor, la fiesta de su patrón, San Juan de Ávila. En este día se felicitaba y homenajeaba a los sacerdotes que celebran sus bodas de oro, los ordenados en 1967, 4 sacerdotes; de plata, ordenados en 1992, 16 sacerdotes.

Los actos comenzaban con la celebración de la Eucaristía que presidía el arzobispo, D. Braulio Rodríguez. Con él concelebraban el obispo auxiliar, D. Ángel Fernández, D. Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia, D. José Rico Pavés, obispo auxiliar de Getafe, que celebraba sus bodas de plata, D. Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos en Cuba, y D. Rafael Escudero, obispo de la prelatura de Moyobamba en Perú, también otros sacerdotes, entre ellos los que celebraban sus bodas de oro y plata.

En su homilía, tras los saludos y felicitación a los homenajeados, D. Braulio, afirmaba que vuestra fiesta es nuestra fiesta y presentaba la vida y la actividad apostólica de San Juan de Ávila que debe servir para obtener su espíritu de renovación de la vida sacerdotal.

Citaba los textos bíblicos proclamados en la celebración, los correspondientes al jueves de la cuarta semana de Pascua. El libro de los Hechos de los Apóstoles está lleno de pericias y desafíos, una imagen realista de la Iglesia evangelizadora. En las palabras de Jesús, después del lavatorio de los pies del evangelio de San Juan, se hace mención a la traición, la incomprensión y la insistencia ante la dificultad de la tarea apostólica.

Alertaba el arzobispo a los sacerdotes sobre el riesgo de perder la alegría de la evangelización. Les pedía que conserven esa alegría del evangelio. «No se puede ser evangelizadores tristes», afirmaba. «Alegría incluso cuando hay cruz».

Señalaba «los desafíos con los que nos encontramos en la comunidad eclesial y en la sociedad» y destacaba el desafío de la secularización, el no dar importancia a la fe. Además, afirmaba que «los desafíos nos hacen madurar, nos ayudan a que nuestra fe no se convierta en una fe ideológica. Existen siempre peligros en las ideologías«.

Animaba a los sacerdotes a aprender y confiar en el Espíritu Santo, maestro de la diversidad. El Espíritu Santo, decía, es el que hace la unidad. «La Iglesia une en las diferencias. Es urgente pedir al Espíritu Santo el hábito del descernimiento. Debemos enseñar a jóvenes, niños y adultos a saber discernir entre el buen y el mal espíritu».

Recomendaba el prelado leer los números 40 al 45 de la exhortación Evangelii Gaudium para encontrar ánimo y paz en el quehacer pastoral y no caer en la resignación. «¡Somos poco numerosos, tal vez, en minoría, es posible, pero resignados no!», señalaba.

Alentaba a los sacerdotes recordándoles que tiene la unción de Cristo, que cuando Jesús está en medio de su pueblo, éste encuentra la alegría y la esperanza. «No hay que sobrevivir, hay que vivir», señalaba D. Braulio. «Poned a Cristo donde debe estar: en medio de su pueblo«. Pidiendo la intercesión la Santa María para el presbiterio diocesano concluía esta homilía del arzobispo de Toledo.

Al terminar la celebración de la Eucaristía se cantaba el himno de San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia y patrón de clero secular español y se daba a besar su reliquia.

En el salón de actos del seminario mayor continuaban las celebraciones. D. José Rico Pavés, obispo auxiliar de Getafe ofrecía una conferencia con el título: San Juan de Ávila, Maestro de la Iniciación Cristiana. A continuación, recibían el homenaje de gratitud los sacerdotes que celebran este año sus Jubileos Sacerdotales.

Con la comida fraterna y un rato de sobremesa concluía esta jornada sacerdotal en el Seminario Mayor de Toledo.