J. Guayerbas / Madrid
Jaime Olmedo (Talavera de la Reina, 1971) es filólogo y director técnico de la Real Academia de la Historia de España, actividad que compagina con la docencia en la Universidad Complutense. Hace unos meses recibía al equipo de El Cultural Castilla-La Mancha en la sede de la histórica institución, madre del Diccionario Biográfico Español, una obra dirigida por Olmedo que en la actualidad está en proceso de edición electrónica. Umberto Eco, el cardenal Antonio Cañizares, e incluso los Reyes de España y otras personalidades del mundo de la cultura y de la política comparten cada semana confidencias e impresiones con el protagonista de este encuentro, con el talaverano, profesor y poeta Jaime Olmedo.
Jaime, antes de repasar su trayectoria, ¿en qué momento profesional y académico se encuentra?
Lo primero agradeceros por el interés demostrado hacia mi persona. En la actualidad estoy en la Real Academia de la Historia donde paso todas las mañanas como director técnico del Diccionario Biográfico, además de ocuparme de la gestión patrimonial de la institución, es decir, la gestión de los bienes artísticos y culturales. A esto hay que sumar la puesta en marcha de numerosos proyectos. El más importante ahora mismo es la edición electrónica del diccionario biográfico español. Por las tardes estoy en la Universidad Complutense donde doy clases de Literatura.
La Universidad Complutense le ha permitido estar en contacto con una nueva generación, con un nuevo lenguaje, el de la era digital. Como filólogo, ¿ha hecho daño el SMS, o aplicaciones como WhatsApp?
Hace tiempo, allá por el año 2001, me encargaron para el Congreso Internacional de la Lengua de Valladolid una sección que entonces era realmente novedosa: el lenguaje en internet. Organicé aquello en base a una palabra ‘red-acción’. Vivimos en una época en la que quizá escribamos más que nunca. Lo importante de eso es saber distinguir los registros en los que nos encontramos. El problema principal es cuando alguien es incapaz de saber en el registro en el que se ubica. Lo que no es de recibo es insertar una abreviatura de un entorno digital en cualquier otro soporte, por ejemplo, en un ejercicio académico. Yo aun así me resisto a cambiar de registro y redacto incluso mis whatsapp, o incluso mis mensajes de tipo electrónico sin echar mano de ninguna de esas simplificaciones gráficas, pero por casi pura imposibilidad personal para hacerlo.
Hablamos de su labor en la Academia, su trabajo en la universidad, pero qué hay del Jaime poeta y su ‘Sensación de universo’.
Ese es un libro que ya en 2008 llevaba como 10 años escrito hasta que Luis Alberto de Cuenca hizo todo lo posible para que se publicara. En estos años he vuelto a escribir, pero con la misma, digamos, discreción. Lo que me ha aportado esa faceta, la poesía, es muchísima satisfacción personal. Por eso cualquier comentario lo percibo de una manera más emocionada, y ahora mismo, no soy un poeta de trayectoria ni de carrera, entonces no me propongo escribir un libro, sino que voy a ir escribiendo poemas y cuando esos poemas tengan una unidad o una entidad, puedan constituirse como libro.
Ahora mismo estoy en ese proceso en el que ya estuve en esa ocasión y quizá con una cadencia semejante a esa, en unos 10 años, pueda volver a pensar en la idea de aglutinar lo que tengo, releerlo, seleccionarlo y darle una forma unitaria.
Hace unos instantes hablaba del lenguaje en la era digital, del lenguaje de juventud, y ahora le pregunto por el lenguaje de nuestros políticos, ¿dónde quedó la retórica clásica?
Desde el punto de vista de la retórica clásica, la oratoria política hoy en España pasa un mal momento, cuando uno lee discursos de tiempos pasados se da cuenta de la altura de los oradores.
Uno de los riesgos es que el lenguaje político ha llegado a ser casi un lenguaje sectorial, es decir, es un lenguaje en el que se funciona con un corpus determinado de palabras y son palabras que fuera de ese entorno tienen un escaso recorrido o tienen una significación muy distinta, de manera que el lenguaje político ha llegado a ser una especie, como digo, de lenguaje sectorial. El problema de eso es al final un empobrecimiento. Los lenguajes sectoriales tienden a un tecnicismo excesivo, y esos rasgos terminan produciendo un efecto contrario al que se pretende, que en este caso es el acercamiento al pueblo, y lo que se consigue es totalmente lo opuesto, el alejamiento del pueblo.
¿Y al pueblo se acerca uno con el ‘ciudadanos-ciudadanas’, ‘vosotros-vosotras’?
No, desde luego eso lingüísticamente está clarísimo. La distinción genérica masculino/femenino para referirse a un conjunto determinado de seres es una incorrección gramatical, no hay más.
En el plano cultural hemos celebrado de manera reciente el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, y de manera paralela la misma efeméride en torno a Shakespeare. ¿Nos hemos quedado cortos a nivel nacional al promocionar la figura de Cervantes frente a otras instituciones extranjeras?
Quizá nos hemos quedado cortos en coordinar. Ha habido muchísimas acciones, algunas muy meritorias. Ahora me remito a una frase que leí de Pedro Salinas, que decía “no entiendo mejor modo de celebrar un libro que leerlo con amor”, es decir, la verdadera acción cultural para un año cervantino, y todos los años como decía Gerardo Diego, son los años de Cervantes, todos los otoños, primaveras, veranos, inviernos son los años de Cervantes; porque hay que volver siempre a Cervantes y leerlo, la verdadera forma de volver sobre Cervantes y darle la importancia que tiene, es leer su obra. Fomentar la lectura de las obras de Cervantes desde las primeras capas de la formación escolar sería el verdadero objetivo, sino terminaríamos conmemorando a un nivel cultural elevado la figura y la obra de un personaje que en un nivel cultural básico es desconocido. Con lo cual terminaría siendo un ejercicio cultural erudito sin ninguna filtración en la sociedad. Por tanto, yo invitaría, y echo en falta la promoción y el fomento de las obras de Cervantes, no solo del Quijote, en la escuela.
En el diccionario Biográfico español seguro que está recogida la biografía del Cardenal Cisneros, del que conmemoramos el centenario de su muerte. ¿Animas a las instituciones a general algún tipo de programación para dar a conocer la figura del Cardenal Cisneros? ¿Sería necesario?
Sí claro, por supuesto, Cisneros es un personaje importantísimo no solo para Toledo y la iglesia española, sino también para la cultura española, tengamos en cuenta que es el que funda los estudios de Alcalá de Henares, crea la universidad de Alcalá y, además, lleva a cabo un proyecto asombroso en ese momento, que es la biblia políglota. Él reúne a los principales filólogos y lingüistas de su tiempo y compone con ellos lo que es un prodigio, no solamente lingüístico, sino tipográfico, tengamos en cuenta que la imprenta tiene apenas 50 años de vida y hay que ver lo que es la biblia políglota Complutense para entender el prodigio técnico que supuso esa obra. Además, es una persona que enseguida percibió el valor de los demás. Yo recuerdo una anécdota de Nebrija, Nebrija se presenta siendo ya septuagenario a una cátedra en la universidad de Salamanca, él era profesor y catedrático en Salamanca, y se presenta a la cátedra de prima de gramática a mediados del mes de julio de 1513. Esta cátedra tenía una mejor jubilación, unos mejores gajes a la hora de jubilarse, lo que pasa que para presentarte a una cátedra tienes que renunciar a la que tenías en posesión, entonces Nebrija renuncia a su cátedra para presentarse a esta, se presenta a una oposición junto a otros dos candidatos, y en la misma universidad en esa cátedra se estaban enseñando los libros de Nebrija e inexplicablemente Nebrija suspende esa prueba y la gana un joven recién graduado que se llamaba García del Castillo, del cual nadie ha vuelto a saber nada. Entonces Nebrija se queda sin Cátedra en Salamanca, él que lleva toda la vida luchando contra los bárbaros como decía, que acababa de escribir la primera gramática de la lengua castellana, que había escrito los principales diccionarios latines y castellanos.
Entonces Cisneros le manda llamar a Alcalá y le da una Cátedra para que “leyese lo que quisiese leer y que si no quisiera leer que no leyese” que esto lo mandaba no por darle trabajo sino por pagarle lo mucho que le debe España.
Por eso Cisneros se merece una conmemoración en el sentido Orteguiano de la palabra, como decía Ortega y Gasset “recordar es pasar 2 veces por el corazón”.
Y por último, ¿qué recuerdos tienes de Humberto Eco?
Pues tengo de él unos recuerdos que cuando yo fui allí eran completamente inesperados. Era un profesor habitual de universidad, es decir, un profesor que daba sus clases, que estaba en sus horarios de recepción a sus alumnos, que los atendía con normalidad, con profesionalidad; lo que pasa es que en mi caso tuve la fortuna de que al ser colegial del Real Colegio de España a los escasos filólogos que éramos nos trataba especialmente bien. Coincidió que estando allí publicó ‘La isla del día de antes’, pude vivir su faceta de profesor y su faceta de escritor. A partir de esa novela entró en una vorágine de presentaciones, entrevistas, reclamos…
Y de otros personajes conocidos qué destacarías, por ejemplo, de los Reyes de España, Don Felipe y Doña Leticia, del trato directo que llegas a tener con ellos.
Con el rey actual tenemos una suerte enorme porque es un embajador perfecto de España, una persona sumamente formada. Tuve la fortuna de acompañarle en su primer viaje de estado, siendo príncipe él a Italia en el año 2001, y ya desde entonces me di cuenta de su excelente formación, en la que sin duda ha tenido muchísima influencia profesores como Carmen Iglesias, que ha sido su preceptora desde sus años jóvenes.
¿Y Doña Leticia?
Digamos que es un complemento de actualidad, de modernidad a la figura del rey. Creo que es una pareja que en ese sentido se complementa muy bien.