Sánchez-Garrido: «El Casco Histórico no puede ser un museo, tiene que tener vida»

Entrevista al exalcalde de Toledo Joaquín Sánchez-Garrido

Joaquín Sánchez-Garrido, en la imagen, logró como alcalde el título de la Unesco para Toledo en 1986. / JG

J. Guayerbas / Toledo

Ya han pasado tres décadas de aquella gala en París en la que Joaquín Sánchez-Garrido recibía para la ciudad el título de Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento para el que trabajó desde que cruzó por primera vez la puerta del despacho de Alcaldía. Reconoce que tuvo que pelear en soledad para que la lista de la Unesco contara con Toledo. Hoy, treinta años después, el exalcalde comparte con ElCulturalCLM no sólo cómo se fraguó la declaración de Patrimonio de la Humanidad, sino los retos y las reflexiones que la sociedad toledana debe plantearse para afrontar el futuro. La situación del río Tajo, el cierre de conventos y el POM preocupan a Sánchez-Garrido.

¿Cómo era la ciudad de los años 80?
Toledo tenía poco más de 50.000 habitantes. Era una ciudad que en la legislatura 83-87 estrenaba Comunidad Autónoma, se crean las Comunidades Autónomas y se aprueba la Constitución Española en 1978. Entonces se abre una etapa muy importante con la constitución de las Cortes regionales en San Pedro Mártir y se produce cierta discusión a la hora de ubicar la capital de Castilla-La Mancha y también sobre el futuro de la Universidad regional, un tema muy importante. Después de una pequeña pugna, incluso lógica, pues Cuenca aspiraba a ser capital regional. Se resuelve ese problema y se abre una nueva etapa para Toledo como capital autonómica y como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

¿Costó sudor y lágrimas convencer a la Unesco para alcanzar tan merecido título?
Costó mucho, más que nada porque en aquellos momentos se estrena la autonomía y había ciertos celos en el sentido de que los ayuntamiento estaban consolidados desde hacía siglos y las autonomías comenzaban a existir, entonces subyacía una pregunta: ‘¿quién era más importante?’ En ese aspecto me vi un tanto solo, tuve que pelear mucho desde años antes, es un proyecto que comenzó en 1984 con la redacción de un magnífico expediente, además de invitar a diferentes personalidades a conocer la ciudad.

¿Con quién trato en esa primera fase?
Principalmente con el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) de la Unesco, nos visitaron en varias ocasiones para conocer de primera mano el grado de conservación de la ciudad, los proyectos que teníamos en marcha como el Plan General para la conservación del Casco Histórico, la zona de Cigarrales y el río Tajo con sus márgenes y riberas. Ya en la segunda legislatura recuerdo dar los primeros pasos para el Plan Especial del Casco Histórico. Una vez finalizado el expediente se remitió al Gobierno central para su envío a la Unesco. Jugó un papel fundamental el arquitecto del Ayuntamiento, José Ignacio Álvarez Ahedo, y en Madrid obraban numerosos documentos que engrosaron el expediente antes de llegar a la Unesco. Allí se revisó, ya habían comprobado in situ lo que era Toledo, y nos citaron para recibir la declaración en París el 26 de noviembre de 1986.

¿Cómo surgió en aquellos meses de 1984 la idea de ir a por la declaración de Toledo como Ciudad Patrimonio de la Humanidad?
Vamos a ver. No es que me picara. Bueno, sí, me piqué. Conocí que en el Ministerio se habían preparado los expedientes de Santiago de Compostela y de Salamanca, en mi fuero interno eso me picó y me molestó en el sentido de que nuestra ciudad contaba y cuenta con más monumentos que Salamanca y que Santiago, y tenemos un Casco Histórico mejor definido que esas ciudades, y es más, tenemos una arquitectura popular que da carácter y es seña de identidad de la ciudad. Me molestó que no fuéramos nosotros los primeros cuando empezaron a tramitar otro expediente con Segovia, ¿pero esto que es? No lo podía consentir, y me piqué y gracias a Dios pude sacarlo, se consiguió. Recuerdo que fui a visitar al ministro de Cultura que entonces era Francisco Javier Solana y todo correcto, aunque con sus reticencias.

No es que me picara. Bueno, sí, me piqué. Conocí que en el Ministerio se habían preparado los expedientes de Santiago de Compostela y de Salamanca, en mi fuero interno eso me picó y me molestó que no fuéramos nosotros los primeros cuando empezaron a tramitar otro expediente con Segovia, ¿pero esto que es? No lo podía consentir.


Por lo que cuenta no fue un camino fácil.
Para nada. Muchas veces en Toledo cometemos el error de creernos que se nos abren todas las puertas por el mero hecho de ser Toledo, pues bien, se nos abren pero hay que abrirlas y hay que trabajarse los proyectos. En España hay que reconocer que hay ciudades muy bonitas, pero en el mundo hay muchas. Estar en la lista preferente costó trabajo, aquello salió bien y todos felices (risas).

¿Qué le aportó a la ciudad entrar en esa lista preferente?
Hay dos hitos importantes. Uno de ellos la capitalidad, que ha traído que se establezca el Gobierno regional lo que llevó consigo la rehabilitación de edificios y la mejora de los espacios naturales. Al estar el Gobierno en Toledo la centralidad facilitó que la actividad económica se fijara en nosotros y las empresas se establecieran en la ciudad. El otro hito, y voy a la pregunta que me hace, es la declaración de la Unesco. Toledo Ciudad Patrimonio de la Humanidad supuso, en parte, más inversiones del Estado y de la Comunidad Autónoma. Cuando se consolidó el título siguió la consolidación de las circunvalaciones de la ciudad, la recuperación de la ribera del río Tajo y sus márgenes, aunque otra cosa es que se hayan abandonado, pero recuerdo que nos dieron 1.000 millones de entonces, en los años 90, para recuperar el Tajo, limpiamos con montañistas los taludes de El Valle y todo. Quiero decir que a consecuencia de estos dos hitos Toledo ha recibido mucho dinero, por ejemplo en Patrimonio con el 1 por ciento cultural. No podemos olvidar el crecimiento poblacional. No cabe duda de que ha servido para que la actividad económica vaya a más.

En la imagen, Joaquín Sánchez-Garrido, tras la entrevista con elCulturalCLM. / JG
En la imagen, Joaquín Sánchez-Garrido, tras la entrevista con elCulturalCLM. / JG

Y la jornada del 26 de noviembre de 1986 en París, ¿cómo fue?
En París estuve con el entonces secretario general de la Unesco, el senegalés Amadou-Mahtar M’Bow, y después en la embajada española acompañado por el alcalde de Cáceres que un tanto al rebufo nuestro también se hizo con el título, al igual que la arquitectura mudéjar de Aragón y el Parque Nacional de Garajonay en Canarias. Con todos los respetos, aquel día era Toledo lo que pitaba. Atendimos a la prensa en la embajada y fuimos a comer a un bar cercano, corriente y moliente, por la tarde atendimos actos de protocolo y a última hora con uno de los arquitectos del Ministerio de Cultura regresé a España desde el aeropuerto de Charles de Gaulle y me compré una botella de vino Beaujolais, entonces de moda.

Lo celebró con vino y la sociedad toledana, ¿cómo lo celebró?
Pues no hubo ninguna explosión de alegría, creemos que tenemos derecho a todo por el hecho de ser de Toledo, y sentí un poco de envidia sana porque el alcalde de Cáceres me había comunicado que en su ciudad había fuegos artificiales y una explosión espontánea de la ciudadanía, y aquí eso no pasó. Me tomé un vasito de Beaujolais ya en casa, con unas patatas y unos huevos fritos. Eso fue lo que disfruté con mi mujer y mis hijos.

No hubo ninguna explosión de alegría, creemos que tenemos derecho a todo por el hecho de ser de Toledo, y sentí un poco de envidia sana porque el alcalde de Cáceres me había comunicado que en su ciudad había fuegos artificiales y una explosión espontánea de la ciudadanía, y aquí eso no pasó.


Tres décadas después, ¿cuál es la reflexión que debe hacer la ciudad?
Hay que estar en el nivel que corresponde. El patrimonio hay que conservarlo y mantenerlo. Cumplir las normas estrictas que propone el Plan Especial del Casco Histórico y a partir de ahí proponer incentivos culturales y de todo tipo para que el Casco Histórico no sea un museo, sino una ciudad viva, y eso se consigue con la rehabilitación de viviendas ofreciendo éstas a los jóvenes para que el Casco tenga vida y no lleguemos a la situación de otras ciudades de España con sus Cascos Históricos vacíos, en los que no hay nadie, na hay vida. Y eso es lo que nos debe distinguir y sobre lo que se debe trabajar.

Toledo es patrimonio monumental, pero también natural y medioambiental. Ahí está el río Tajo. ¿Soluciones?
El Tajo pasa por una situación caótica. Si obviamos el trasvase y todo lo que supone tenemos la contaminación. En el año 83 mantuve una reunión con Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid, y conté con el compromiso de que iban a terminar todas las depuradoras de Madrid, y las acabaron y el Tajo mejoró. El problema está en que al río vierten el Jarama y el Henares, también el Tajuña, y esos ríos van muy contaminados. Las empresas de la zona también vierten y se depura poco. Esa situación se corrigió, pero parece que ahora ha vuelto a ocurrir. No cabe duda de que existen vertidos que debemos vigilar y denunciar. Hay que hacer un esfuerzo importante para dar con aquellos desaprensivos que realizan estas acciones.

Un problema al que la ciudad asiste en silencio es el cierre de conventos. Los ejemplos recientes: Santa Clara y Santa Úrsula. ¿Cree que la Administración debe tomar algún tipo de medida?
Existen numerosas órdenes religiosas instaladas en la ciudad. La restauración de estos inmuebles en colaboración Iglesia-Administración ha sido y es muy importante, pero claro, hay un factor en el que la Administración no puede actuar: que crezcan las vocaciones. El problema de estos conventos es que las vocaciones han decrecido, y eso es un gran problema. Conservan un patrimonio importante, es la historia de la ciudad y no se puede obviar. ¡Caramba! Hay temas que a mí como civil se me escapan, pero hay que actuar. En mi época de alcalde negociamos con el Arzobispado la permuta de unos terrenos a cambio de la Iglesia de San Marcos, se hizo la desacralización y ahí está, aunque tampoco hemos crecido tanto como ciudad para tener más espacios culturales. De manera personal siempre he dicho que utilizar las iglesias como bares y discotecas pues no me gusta, no soy partidario de ello. Se pueden buscar otras actividades, aunque necesitamos crecer, más población que demande otros servicios. Es un tema que no tiene una solución fácil. Habrá que pensarlo. Quizá transformarlos en residencias universitarias, pues puede ser una opción, aunque ya se sabe, doctores tiene la Iglesia para pensar en qué se pueden reconvertir. Lo último es cerrarlos.

Quien debería declarar Patrimonio de la Humanidad a Toledo son todos los pueblos de alrededor, pues se han beneficiado de que aquí no tenemos un POM, han crecido de manera exponencial.


¿Cuáles son los retos de futuro a los que se enfrenta la ciudad?
La aprobación del Plan de Ordenación Municipal (POM) es la clave para esos retos de futuro. Es el tema más importante que la ciudad tiene pendiente, pues sin POM no puede hacerse prácticamente nada. El POM trae riqueza y empleo, atrae a empresas que pueden hacer la ciudad más atractiva. El POM es el instrumento político, jurídico y económico que tiene el Ayuntamiento, y no debe permitirse el lujo de estar sin POM. Quien debería declarar Patrimonio de la Humanidad a Toledo son todos los pueblos de alrededor, pues se han beneficiado de que aquí no tenemos un Plan, han crecido de manera exponencial. Ahí están Bargas, Olías, Numancia, Cobisa… si hubiéramos tenido oferta de suelo aquí, esa población viviría en Toledo, es lo más probable, pues casi todos los nuevos residentes del área metropolitana de la ciudad tienen su vida laboral en Toledo. Es el reto, sin duda alguna.